La guardiana by Tanya Huff

La guardiana by Tanya Huff

autor:Tanya Huff
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico
publicado: 1998-01-01T00:00:00+00:00


Tía Claire, Guardiana.

Tu accidente es mi oportunidad.

(asúmelo, la vida apesta)

Después tiró el tenedor.

—Esta es la sexta mañana seguida que sale de ese armario con aspecto de estar hecha polvo. Hace dos días se quedó dormida en ese sillón viejo que hay en la habitación seis, y ayer no tenía suficiente energía para coger las cadenas de la puerta de la sala de la caldera.

Austin levantó la cabeza de las patas y miró hacia el otro lado del comedor, en dirección a Claire, que se había quedado dormida con la mejilla sobre un sándwich de ensalada de huevo.

—¿Se las sacaste tú?

—No. Me imaginé que si estaba demasiado cansada como para abrir la puerta, estaría demasiado cansada para enfrentarse al infierno.

—Llevo tiempo diciendo que eres más que una cara bonita. ¿Qué dijo Claire?

Dean sonrió.

—Que era un testigo idiota y entrometido.

—¿Eso es todo? —el gato resopló—. Debía de estar cansada.

—¿Qué está pasando en el armario, Austin?

—Por la determinación férrea que se le ve en la cara cuando entra, diría que lo está intentando con demasiada dureza. En el otro lado hay una especie de zen, no puedes forzarlo.

—Así que se lo está haciendo ella sólita, ¿no?

—Bien, no creo que haya elegido tener que abrirse paso por entre las compras prenavideñas de esta mañana, pero sí, básicamente sí.

—Si hay alguna cosa que yo pueda hacer, ¿me lo dirás?

—Claro.

Cuando Austin volvió a apoyar la cabeza, la inquietud de Dean había evolucionado a una considerable preocupación. Cualquier otra mañana, aquella pregunta habría llevado a la sugerencia de que le diese de comer al gato.

—¿Qué has hecho para que de repente Claire intente buscar a esa Historiadora con tanta insistencia?

—Yo no he hecho nada —le dijo Dean mientras sacaba una lata de limpiador para hornos de debajo del fregadero—. Yo no soy el que se exhibe ante la señora Abrams.

—No me estoy exhibiendo. Es ella la que no tiene nada más que hacer en el aparcamiento que dedicarse a mirar por las ventanas mientras tú colocas las persianas. Me desvanecí en el momento en el que la vi.

—¿Pero te vio ella a ti?

—No gritó ni salió corriendo. Te saluda con la mano, hace un gesto con los dos pulgares hacia arriba y se marcha en silencio. —Jacques apoyó la espalda contra la pared que estaba entre las dos ventanas, el único lugar del comedor desde el que no podía ser visto desde el exterior cuando las nuevas persianas verticales estaban abiertas—. No es culpa mía que ella siempre esté mirando.

Dean podría haberlo creído si no hubiese sonado tan a la defensiva.

—Eres un imprudente. No te importan los problemas que puedas causar.

—¿Estoy causando problemas?

—Eso es lo que he dicho.

—¿Así que es culpa mía que Claire esté intentado dejarnos con mucho más empeño?

Dean se arrodilló delante de la cocina mientras se encogía de hombros.

—Si esa mortaja te va bien.

—¿Qué significa eso de si la mortaja te va bien?

—Significa que estás todo el día encima de ella. Dame carne, dame carne —su acento era una imitación pasable del fantasma—. Eres demasiado agresivo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.